Tigre ganó uno de esos partidos que los equipos que aspiran a campeón deben ganar. Fue 1-0 en Victoria, en el último minuto del partido. Cuando todo indicaba que el juego iba a ser empate en cero, apareció Carlos Luna y desató la locura de los 20 mil simpatizantes locales. 

El partido arrancó siendo favorable a Tigre, que monopolizó la pelota ante un Independiente que tenía demasiado aislados a sus hombres de punta y un esquema armado para pensar más en el arco propio que en el ajeno. 

Sin embargo, los de Cagna carecían de profundidad. La más clara del local fue a los 13, cuando Morel ejecutó un tiro libre: la pelota fue desviada por Assmann, pero pegó en el palo antes de que el arquero le mate el efecto.

Esa jugada despertó a Independiente, que llegó tres veces en seis minutos. En las tres el protagonista fue Leonel Núñez, pero el nueve falló por triplicado… en dos remató desviado y en la otra le ganó Islas. 

En el complemento los de Cagna fueron superiores, contaron con muy buenas, chances pero Assmann se encargó de ahogarle el grito a Lázzaro y Altobelli en dos chances claras.

Lo del equipo de Santoro fue muy probre, no inquietó a Islas y el técnico volvió a demorar mucho en meter mano en el banco para tratar de cambiar el curso del juego.

Sobre el cierre, cuando se jugaba el último minuto, Ayala la bajó en área y Carlos Luna apareció para tocar fuerte y arriba, para darle la punta a Tigre.